jueves, 24 de agosto de 2017

Extracto de la novela Phasma

La novela Phasma escrita por Delilah Dawson sale a la venta en Estados Unidos este próximo Force Friday II, el primero de septiembre, como parte del programa de publicaciones "Camino a Star Wars: Los Últimos Jedi". En la novela veremos el viaje de la mortal capitana de la Primera Orden. Les tenemos un extracto especial del libro, donde echamos un primer vistazo al desolado planeta natal de Phasma, llamado Parnassos, y su encuentro inicial con la Primera Orden.



Phasma y sus guerreros comenzaron a hacer preparativos tan pronto vieron la explosión sobre sus cabezas. Mientras los restos de la nave cruzaban el cielo, Phasma la rastreó con sus cuadnoculares, tomando nota cuidadosamente de la dirección en que caería. Como mínimo, naves como ésta podrían ser saqueadas; y en el mejor de los casos, siempre quedaba la esperanza que pudieran repararla y usarla para abandonar el planeta. Nadie que estuviera vivo sabía de alguna nave que no hubiera hecho otra cosa que caer y estrellarse, pero tenían evidencias de que había una gran galaxia más allá de Parnassos, de un futuro que les había sido negado. Era doloroso, tener que vivir en un planeta traicionero con tantos recuerdos de las comodidades y la tecnología que habían dado por sentado. Cuando menos, encontrarían metal, tecnología, ropa, medicinas, comida y probablemente blasters regados cerca de los restos de la nave. Esas eran las mayores riquezas en el mundo de Phasma.


Pero tenían que apresurarse. Otros grupos de otros territorios también habrían visto la nave y se prepararían para el viaje. Las estrellas fugaces, como les decían, eran raras, y esta nave era la más brillante que los Scyre habían visto, tan brillante que habían tenido que cubrirse los ojos mientras se desplomaba hacia el planeta. Parte de la nave se despegó y flotó separadamente, en dirección hacia el área donde las tierras de Scyre colindaban con las de los enemigos del clan Garra, lo que hacía aún más importante la prontitud.

El viaje no era fácil, ninguno en Parnassos lo era. El territorio Scyre consistía principalmente de agujas de roca negra, acantilados dentados, salientes, cuevas y algunas ocasionales piscinas que se formaban cuando la marea bajaba. Dentro de su hábitat, mantenían una serie de tirolesas, puentes de cuerda, ataduras, redes y hamacas, y hasta el miembro menos ágil de los Scyre podía atravesar de un lugar a otro sin muchos problemas. Pero más allá de sus nidos, cerca del borde con la Garra, el terreno era aun más peligroso. Los puentes no eran robustos, y uno nunca sabía cuando un punto de apoyo estaría oxidado o alguna aguja de piedra se caería como si nada. Los guerreros de Phasma tenían suerte de que la nave había caído durante una época de mareas bajas, porque podrían cruzar el terreno más fácilmente que si la marea estuviera alta, ya que durante la pleamar la nave hubiera podido ser engullida por el mar, o por algún monstruo que habitara en él.

Cuando llegaron a la línea de banderas que delineaban la frontera entre Scyre y la Garra, Phasma les ordenó detenerse y sacó sus cuadnoculares. Cinco figuras estaban siendo arrastradas desde la tierra debajo de una meseta. Usando los lentes, Phasma siguió las huellas y marcas de arrastre hasta donde se encontraba una máquina de metal, sumergida a medias en la arena, junto a una enorme y arrugada pieza de tela. Era la parte de la nave que se había desprendido y había flotado gentilmente. Los Scyre nunca habían visto tanta tela junta en sus vidas, y era lógico que hubiera tantos miembros de la Garra, ocupados en cortar las cuerdas que unían la tela a la máquina para obtenerlas. No se veían rastros de la nave por ningún lado, sino hasta muy, muy lejos, del otro lado de las arenas y más roca. Phasma rastreó la delgada línea de humo que subía por el cielo, marcando el camino hacia la verdadera riqueza.

Una ronda de aplausos surgió de entre los miembros de la Garra cuando la primera figura extraña fue arrastrada hasta lo alto de la meseta. Era un hombre, y para el estándar de Parnassos, tenía muy poca ropa, solamente un uniforme negro de tela finamente tejida y altas botas relucientes, manchadas con arena. Era la persona más anciana que habían visto los Scyre en sus vidas, con una piel blanca y pálida y cabello rojo que se ponía gris. Aunque sus brazos eran delgados, su vientre era enorme, y tenía círculos negros bajo sus ojos. Sonrió con timidez a los vítores y silbidos del pueblo de la Garra pero ciertamente no celebrando con ellos.

Sin decir una palabra, Phasma ordenó a su gente seguir adelante, gesticulando para que fueran silenciosos y rápidos. Cuando estuvieron al borde de la meseta, detrás de unos miembros de la Garra tan hipnotizados por el espectáculo que ni se habían dado cuenta de sus enemigos, Phasma y su gente finalmente vieron un milagro.

El líder de la Garra había apartado cuidadosamente al hombre e intentaba sujetar la siguiente figura, un guerrero que portaba una armadura blanca, manchada de arena gris, colocada por encima de un delgado traje negro. Un grito de asombro surgió del pueblo de la Garra, y también de los guerreros de Phasma. Una armadura así le daría grandes ventajas a su portador contra los elementos de Parnassos, y el casco sólido era una gran mejora sobre sus delgadas máscaras de cuero. Le siguieron otros dos soldados con armadura blanca, y finalmente un droide. Tenía una forma vagamente humanoide y estaba hecho de metal negro mate. Fue el que tardó más en ser subido, debido probablemente a su peso y a su falta de habilidad para trepar. La gente de Parnassos había visto partes de miles de droides y usaban el metal extraído de ellos para sus armas, pero nadie había visto jamás a un droide caminar por su propia voluntad y levantar una mano indignada cuando un miembro de la Garra intentó tocarlo.

El droide habló con el hombre de negro usando una voz mecánica. Era difícil escucharlo en la meseta, rodeados de susurros y fuertes ráfagas de viento, pero el lenguaje era a la vez familiar y diferente. El hombre de negro conversó con el droiode, y el droide volvió a hablar, esta vez más alto, su voz proyectada por alguna extraña maquinaria.

"Mi nombre es Brendol Hux, y me temo que mi nave fue derribada por un sistema automático de defensa que rodea su mundo. Mi lenguaje es un poco diferente al suyo, así que este droide traducirá su dialecto primitivo."

"Mi cápsula de emergencia ha aterrizado muy lejos de mi nave. He perdido a mi gente en esta horrible tragedia. Pero si están deseosos de ayudarme, les puedo ofrecer el tipo de tecnología y suministros que su mundo ha perdido. Soy parte de un poderoso bando llamado la Primera Orden, que lleva paz a la galaxia. Me han confiado buscar a través de la galaxia a los guerreros más grandes, para que se unan a nuestra causa. Nuestros miembros son bien atendidos y bien entrenados. Pregunten a mis soldados. Tropas, ¿no es así?"

Los tres soldados blancos asintieron y gritaron al mismo tiempo, "¡Si, señor!"

"Cada uno de estos soldados fue seleccionado de un planeta distante y entrenado para pelear por la Primera Orden. Si su gente nos ayuda a regresar a la nave, me llevaré a quien quiera unirse a nuestra flota. Estos soldados viven entre la gloria y la riqueza, nunca sabrán lo que es tener carencias. Ahora, ¿quién quiere ayudarme?"

La gente de la Garra se levantó para vitorear, pero una nueva figura apareció al lado de Brendol Hux, una guerrera que portaba una feroz máscara roja.

"Yo soy Phasma, y soy la más grande guerrera de Parnassos." Quitándose la máscara, Phasma miró a Brendol y esperó a que el robot tradujera. "Yo le ayudaré a encontrar su nave."

Escrito por Delilah S. Dawson.
Traducido por Mario A. Escamilla.
Original de Phasma Excerpt: The First Order Captain’s Journey Begins







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